domingo, 28 de octubre de 2007

OLOR A NUEVO


Olor fresco entra aquí: llegas tú con tu perfume, que sabe a rosas.
Retiras vestigios de viejas humedades que han impregnado mi vida.
Bienvenida a mis días, preciosa.

Penetra a esta, la que quiero sea tu futura morada, a la que ansiarás regresar al final de cada jornada.Ayúdame a olivar tanto dolor, tanta desesperación, tanta melancolía.
Ven, pasa: éste este es tu hogar, tu lugar.
Te cobijaré bajo mis brazos: hagamos que todo lo demás parezca absurdo.
Te estaba aguardando impaciente: mesa tendida y candelabros encendidos.


Para que no veas tanto dolor he escondido en el closet viejos recuerdos. He barrido bajo el tapete estúpidas lágrimas derramadas por otros corazones y me he vestido con mi mejor traje.

Sólo espero que tus ojos penetrantes no logren ver los fantasmas que han quedado aquí. Pues ellos observan este incipiente amor repitiendo a coro una y otra vez: no funcionará, no funcionará, no la podrás olvidar.

Y yo para no verlos cierro mis ojos y huelo tu frescura. Ya nada más me importa, aunque aún no pueda decir que te amo.

domingo, 21 de octubre de 2007

Olvidándote


Me quito mi luto, hoy me he propuesto olvidarte,
no ya prometerlo, sino hacerlo.

Ayer he abierto una ventana de mi claustro
y aire puro ha entrado en mi celda.

Una bocanada matinal como hacía tiempo no sentía.
Una sensación que ya tenía casi olvidada.

Y en el perfil del marco vi unos ojos negros.
Similares a los tuyos, pero otros.

Fue un instante, pero suficiente.
Mi corazón late nuevamente.

No pude correr tras ellos pues mi ventana tiene rejas.
Barrotes que he construido tras tu partida.

Y por primera vez en mucho tiempo no soñé contigo.
Otros luceros iluminaron mi noche.

Ahora he quedado aquí en el pretil aguardando.
Espero ver pasar nuevamente ese rostro.

Esa cara que se atrevió a romper tu hechizo.
Que hizo trizas parte de tu recuerdo.

Aguardo. Tengo tiempo, aunque esté ansioso.
Ni bien pase nuevamente su sombra,
arrancaré con mis manos estos estúpidos hierros,
e iré tras ella, no me importará nada más.

Y ese día bailaré sobre tu tumba,
y de malo nomás te enviaré la invitación a la boda.
Necia.

jueves, 18 de octubre de 2007

Perdiéndote


Me pareció verte hoy entre la multitud.
Fue un instante, un segundo.
Hoy que había logrado olvidarte por unos momentos,
el destino me alcanza esta imagen.
Falsa, era falsa, pues te confieso que te seguí entre esos extraños,
hasta me acerqué tanto que podría haberte tocado, pero no eras tú.

No. No lo eras. No eras la que me enloquece con su risa,
la que me envuelve con su magia,
la que me hechiza con su mirada,
me conmueve profundamente.
Eras otra.

Eras una más entre miles que había allí, pero no la única, aquella por quien mataría si fuera necesario.

Paré mi marcha y dejé partir a esa extraña entre el murmullo de la calle transitada, pero con una sola esperanza: que junto a ella se fuera tu recuerdo.

No, no se ha ido. Se fue la extraña y ese recuerdo me lo traje conmigo
Lo plasmo aquí, en un intento vano de exorcizarlo.
En un intento vano de romper este hechizo al que me has condenado.

miércoles, 10 de octubre de 2007

Mintiéndote

Me gustaría me telefonearas hoy. Te diría simplemente "ah, eres tú", disimulando mis noches de insomnio ante las que he sucumbido con tu recuerdo.

Tu me pedirás el CD que dejaste olvidado la última vez que te fuiste. Yo te mentiría, preguntándote "¿cuál disco?", el mismo que tengo ya gastado de tanto escuchar.

Quizá me anime y hasta confunda tu nombre con otro, disimulando que hasta podría dibujar tu rostro sobre un trozo de papel sólo recordándote.

No preguntaré nada de ti, siquiera cómo estás, aunque por dentro me queme la idea me digas hasta el último detalle de tus segundos y minutos desde que partiste.

Te diré, como al descuido, "me iré a vacacionar, pero no se dónde, ni cuánto tiempo, ni con quién", esperando que por un instante tú te sientas intrigada.

No contestaré tus interrogantes, no te hablaré de los libros que estoy leyendo, ni de nuestro programa favorito de TV.

Seré frío, tan frío que yo mismo me asombraré. Y a los minutos te diré "debo dejarte, pues un compromiso me urge y atenderlo a la brevedad es mi obligación". Te diré "chau, vuelve a llamar si tienes ganas" y colgaré el auricular de mi teléfono.

Y allí en ese momento limpiaré con copiosas lágrimas la sangre que habrá quedado ahí, maldiciendo a mi nefasto destino el haberte conocido.